Una de las características más importantes del tejido médico es su capacidad para resistir el crecimiento de bacterias y otros microorganismos. Esto se logra mediante el uso de tratamientos antimicrobianos, que se aplican al tejido durante el proceso de fabricación. Estos tratamientos ayudan a prevenir el crecimiento de patógenos dañinos, que pueden provocar infecciones y otras complicaciones médicas.